lunes, 26 de septiembre de 2011

PARA VIVIR Y AYUDAR A VIVIR LA ENFERMEDAD

La enfermedad, aunque casi siempre transitoria,es una experiencia universal.
Nadie se libra de ella. Por ello, conviene estar preparados para cuando llegue y tener resortes para afrontarla convenientemente, tanto cuando nos afecte personalmente como cuando le llegue a una persona querida.

Ante la pregunta  sobre qué hacer con el dolor, la primera respuesta es muy sencilla: suprimirlo.
El dolor físico, cuando se puede quitar,se quita.
El dolor interior, psíquico,emocional, es más difícil de suprimir, pero conviene intentarlo, con la familia, los amigos y por qué no?, con uno mismo. 
Tarde o temprano, todos nos encontramos en la vida con el sufrimiento: enfermedad, vejez, desgracia, pérdida de seres queridos etc.. Es el lado oscuro y doloroso de la vida, que revela nuestra fragilidad y es fruto de nuestra radical limitación de seres vivos. Podemos retrasarlo, atenuarlo, pero no siempre suprimirlo.

En esta vida, no podemos evitar siempre el sufrimiento.Sobre todo, porque si amamos mucho, tendremos muchos momentos de dolor.Lo expresa bien el folklore popular cuando canta: "corazón que  no quiera sufrir dolores, pase la vida entera libre de amores".

El dolor es parte de nuestra condición de criaturas; deuda de nuestra raza de seres atados por el tiempo a la fugacidad, fruto de nuestra naturaleza.Por eso no hay hombre sin dolor.
Hay que esforzarse por evitar actitudes que siendo explicables, por lo general intensifican más todavía el sufrimiento, exasperan a la persona y pueden llevar a la desesperación.
Y no es que el enfermo o las personas que los cuidamos, no tengamos derecho a quejarnos, pero no nos damos cuenta de las reacciones que podemos causar a nuestro alrededor: desesperar, cansar, aburrir a nuestras parejas, amigos, compañeros etc..-
También es cierto que el sufrimiento te hace sensible al dolor ajeno, y somos capaces de identificarnos con las demás personas que sufren.
Si el enfermo o cuidador se encierra en su dolor, se deprime más.
Ante el riesgo de quedar totalmente absorto en su dolencia, ha de luchar por romper el círculo que le aprisiona.
Y no es que no podamos protestar, pues la queja, en muchos casos es comprensible, pero una cosa es manifestar alguna queja y otra convertirse en el centro de atención, negándose a  aceptar las limitaciones que supone la enfermedad, lo que puede convertir al enfermo y a los cuidadores en insoportables.
Podemos ser cargantes, no me cuidan bien, no me atienden bien,nadie se preocupa de mi, no que cuidan como merezco, ninguno me comprende.....
Cuando se ama de verdad se aceptan todos los sacrificios-

Por eso os pido que seáis pacientes y amables, con aquellas personas enfermas que tengáis en vuestro entorno y con aquellas otras personas, cuidadoras de enfermos que a veces necesitamos un ratito de charla, un abrazo o simplemente una sonrisa cómplice.

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